SOCIEDAD
Presentación
de un juicio popular.
El
asesino de
la calle Almirante León escapa
de la prisión.
Fue
localizado en un contenedor.
Los servicios sociales ya se lo han devuelto a
la madre fallecida.
Han
atropellado a una anciana en un paso de peatones de la calle
Almirante León. El conductor, que parecía ir borracho, esperó la
llegada de la policía en el siguiente semáforo. El, o la
desconocida, que en principio se dio a la fuga, frenó probablemente
porque el cuerpo de la fallecida le impedía la circulación. La
vieja, atrapada en la luna como prófugo en alambre de espinos, fue
desplazada hasta el siguiente semáforo, que acababa de ponerse en
rojo.
Y
mientras escapa de sus raptores, siente la rodilla derecha palpitar,
la frase martillea su cerebro, la sangre estorba la entrada del
oxígeno; y a cada paso recuerda una anécdota que siente lejana, en
la que no participa, más cree vivirla. Se deja caer sobre un árbol,
después de arrancarse la manga izquierda de la camisa. Vitam
extra somno luce
tatuado en el tríceps. No hay tiempo para imaginar, así que se cubre
la rodilla con la manga para taponar la herida. Inhala el rocío de
la madrugada. Exhala ira. Libertad le espera. Es la hora del juicio.
Fin.
Han
desmantelado una red internacional de prostitución esta misma
mañana. Según fuentes policiales, la investigación se inició al
encontrar un recién nacido en el cubo de la basura de una de las
plazas más transitadas de la capital. Servicios sociales fueron los
primeros en alertar a las autoridades de que en la calle Almirante
León se producían actos de reprochable moralidad.
Pero
tenía que salir de allí. Las luces infinitas alumbrando su celda
eran una brisa mañanera en comparación con los estridentes sonidos
electrónicos que no dejaban de martillearle el cerebro. ¡Ahora
conocerás la libertad!,
resonaba una y otra vez en su cabeza. Aprovechó un traslado, más
bien fue un despiste de sus raptores, para iniciar la
huida
que acabaría con su vida.
La
madre, que permanecía secuestrada en una de las habitaciones del
primero "b" del número tres, era obligada a prostituirse
incluso durante las últimas semanas de gestación. La mujer, de
procedencia italiana, a punto estuvo de romper aguas durante un
servicio sexual. De momento hay cuatro detenidos, y cantidad de
información para abrir un proceso de imputación que no ha hecho más
que empezar; aunque ya conocemos el sentido que le falta a la
justicia...
Vio
la señal luminosa, puesto que el coche frenó en seco. Los trozos de
mujer mayor quedaron esparcidos por el paso de peatones que dirigía
el semáforo, y la gente, que empezaba a cruzar la calle Almirante
León, pudo ver en primera persona como los trozos, miembros
amputados de la anciana, se habían apoderado de la calzada que
pretendían atravesar. Habría sido normal que las impactantes
imágenes que llegaban a sus cerebros les alterara, pero nadie se
inmutó lo más mínimo. Tan solo se oía los llantos del conductor
del vehículo, ahora sí podían confirmarlo, que había dejado caer
la cabeza sobre el volante y golpeaba el techo con las manos.
Nada
más dar el primer paso, ya sabía que nunca volvería a caminar
correctamente; tampoco era capaz de recordar cómo llegó allí. En
el primer interrogatorio ya se percató de que le trataban como si
fuera alguien peligroso, imprevisible, puesto que las medidas de
seguridad en torno a él eran exageradas. No podía responder a
ninguna pregunta, puesto que eran en un idioma que no comprendía. Por
más que intentaba comunicarse (ruso, inglés, incluso recordaba
saber algo de italiano), sus raptores no parecían esforzarse en
comprenderle, si bien lo hacían en recordarle que cualquier
movimiento en falso provocaría la misma reacción, por parte de los
hombres armados, que el momento en el que recuperó la conciencia,
cuando le dispararon en una rodilla.
Todos
los testigos debían pensar lo mismo, puesto que todos hicieron lo
mismo. Twitter, facebook y whatsapp se colapsaron, durante unos
minutos, de fotos del lugar del accidente y, mientras el coche, que
había quedado destrozado, esperaba a metros de donde todos los
testigos retrataban lo ocurrido, llegó una patrulla de policías
alertada por las fotografías subidas a la red. Arrestaron al
conductor del vehículo, que no podía dejar de lamentar la pérdida
sufrida en aquel ominoso incidente.
Prostitución,
violencia de género y pertenencia a una red ilegal son algunos de
los delitos que se les puede imputar a los integrantes de esta red, y
serán puestos a disposición judicial en cuanto se les realice los
interrogatorios pertinentes. Según familiares de los detenidos,
ninguno de ellos cree que pase más de cinco años en prisión,
incluso confían en la "condonación" de la pena.
¿Villano
o héroe? Juzguen ustedes, porque esa es la cuestión que mantiene en
vilo al lector durante toda la travesía, que comienza con la única
frase que el protagonista oye en su idioma: ¡Ahora
conocerás la libertad!,
tras recibir el tiro en la rodilla.
El
conductor del vehículo ha sido identificado como el hijo de la
anciana fallecida. Mientras él afirma que el verdadero culpable se
ha dado a la fuga, y que la mala fortuna hizo que el cuerpo inerte de
su madre impactara contra su coche, lo cierto es que será imputado
por los delitos de conducción temeraria y homicidio involuntario;
aunque eso tendrá que determinarlo un juez, puesto que su estado
consciente de plena sobriedad hace sospechar de que se trate de un
asesinato premeditado.
El
autor, un neófito en la literatura, lleva cuatro años encerrado en
una prisión de baja seguridad, acusado de atropellar a su propia
madre, a pesar de que nunca ha aceptado su culpabilidad. En la novela
describe con talento y soltura las peripecias de un hombre privado de
libertad, y acusado de un crimen que no solo no cometió, sino que no
es capaz de recordar. Lo más probable es que, inspirado en su propia
vida, haya conseguido trasladar al papel los sentimientos
contradictorios que le atosigan la existencia.
Aunque
la historia tiene un final feliz para la madre (a la que le han
devuelto al hijo en la calle Almirante León), un servidor escribe
para que ustedes, los lectores de este semanal, actúen alertando a
la policía, en contra de negocios ilícitos, cuya perversión lleva
a actos tan deplorables como este.
La
huida
es la novela leitmotiv de todas las conversaciones literarias de este
año. Su trama intrigante consigue enganchar a propios y a extraños
desde el principio hasta el final. A diferencia de los libros de
misterio, esta historia tiene un final que hace al lector volver a
empezar la novela desde el final una vez más, mostrando, cada vez,
un secreto aún más inquietante que el anterior. Esto vuelve a
ocurrir tras la segunda lectura, considerando los expertos de que se
trata de un libro que requiere tres lecturas para poder terminarlo, y
así cada vez que se quiera analizar. Toda una obra maestra.
El
periodista despistado, El tiempo.