sábado, 6 de junio de 2015

El gato Paul

El gato Paul no sabe donde se ha metido. Dice comer melva con pimiento y tomate; no le suelen echar mucha cebolla, pero el poco que le cae la aparta con las pezuñas. También dice que le cepillan muy a menudo, demasiado para su gusto. No le dejan rascarse en cualquier lugar, al gato Paul lo tienen domesticado. Por eso aquí todo le parecerá distinto. Paul, el gato, no ha meado desde que llegó. Tiene arena en todos sitios y dice que busca la tierra; ¡pues chico...!

Carrie está celoso de Paul. Carrie es un perro. Un pastor alemán, para ser más exactos. Con un tercio de vida cumplido. Pero no sabe que es un semental capaz de devorar a un hombre, y se cree un gatito dulce y adorable, y se limpia como los gatos, sube a los árboles como los gatos, caga como los gatos, juega con bolas como los gatos, hasta huye como los gatos... ¡Madre mía, si es que se cree un jodido gato! A Carrie le gusta Desiré, una gatita arisca que tiene los ojos de un verde muy intenso, de pelo largo y un blanco perla manchado por un marrón claro en cola y patitas traseras.

Desiré se acercó a Paul cuando llegó, pero Paul la despachó con tanto encanto que Desiré no fue capaz de sacarle las uñas. Quien se las intentó sacar fue Carrie, que hizo huir con un ladrido a Paul hasta lo más alto del árbol. Carrie intentó perseguirle, pero se dio por satisfecho con la retirada del enemigo. Por desgracia para él, Desiré también se subió a la copa del limonero atemorizada por el ladrido, donde Carrie no alcanzaba a subirse. Desiré olió a Paul. Paul se apartó de ella.

—¿Estás en celo?— Preguntó Paul.

—No, ¿Por qué me preguntas eso?— Contestó Desiré.

—Me hueles raro...

—Sí... Yo diría que te quedan dos semanas aquí.

—¿Cómo aquí?

—¿Es que no sabes donde estás?— Paul no respondió. No entendía que era lo que estaba pasando. Desde que se despertó, ya no estaba en el salón de casa, estaba a la intemperie con un montón de desconocidos que le miraban inquisitivos la mayoría, otros condescendientes, e incluso alguna mirada lastimera entre los espectadores. —Estás en la perrera. A mí me quedan cinco días.— Dijo Desiré. Él gato Paul quedó pensando un rato y antes de dejarse caer sobre la rama de aquel árbol escuchó:
 
—¿Qué? ¿Pasas mis últimos cinco días conmigo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario