—Mi martillo es lo mejor.— Dijo Immanuel K.
—¡Pensaré cómo usar mis tijeras!— Exclamó René D.
—Pero si ese tornillo ni existe..., usa mi pegamento.— Aportó Friedrich N.
—¿Tornillo? Yo tengo un destornillador...— Se escuchó antes en la historia.
Mi nombre es Paul, y desde que adopté un humano, Juan, se empeñó en hacerme jugar con ovillos de lana y estúpidas pelotitas. Me gusta comer, cagar, dormir, acicalarme, mear, beber y escribir, en ese orden; pero nada de lo que hago le gusta a mi compañero de piso. Por eso me he abierto un blog, por si alguien quiere hacer algún comentario distinto al de Juan: <<¡Oh, qué bonito!>>. Lo dicho, un zarpazo. Gracias por leer.
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